Esperábamos que la etapa fuera de 72 km y finalmente fueron 92. Ya empezó mal desde el principio cuando uno de los componentes del grupo amaneció con mal de estómago y estuvo vomitando en la habitación del Hotel. Parece que uno echa fuera el mal y se queda mejor. No había más remedio que ponerse en marcha… buenos o malos, y los primeros kilómetros no ayudaron pue fue un sube y baja constante entre colinas plagadas de casas vacacionales entre olivos.
La cosa mejoró cuando llegamos a la costa pero el camino de madera que bordea una especie de albufera estaba cortado y tuvimos que bajar primero las bicicletas y subirlas a pulso más allá para superar este obstáculo.
Luego una zona de grandes mansiones… pero grandes de verdad… tope lujo… seguidas de los correspondientes campos de golf.
Uno de los miembros del grupo de cayó al chocar contra un pivote que ponen en la calle para marcar los pasos de peatones… y gracias a Dios no fue nada. Pudimos seguir adelante sin contratiempos físicos ni mecánicos.
Seguimos rodeando otra albufera, rodeamos luego el aeropuerto de Faro y la ciudad de Faro para llegar por fin a Olhao. Cenamos en un pequeño restaurante llamado Alma Templada, donde nos sirvieron despacio pero muy rico.