No se trata de un viaje en el que haya que organizar una complicada logística para llegar de un lado a otro, alternando distintos medios de transporte. Es un viaje muy sencillo en el que la bici es la protagonista desde el principio al final.
AVION
Tanto Praga como Hamburgo son grandes ciudades europeas y tienen conexión por avión con otras muchas, por lo que el avión es una de las mejores formas de llegar a ellas. Para nosotros, que vamos desde las islas Canarias, prácticamente es el único modo. Desde el punto de vista de las compañías aéreas, llevar tu propia bici no supone un problema.
En Praga se nos dieron las dos opciones, quienes llegaron durante el día fueron pedaleando hasta el hotel, pero quienes llegaron durante la noche tuvieron que usar medio de transporte alternativo. El taxi fue la opción elegida. éramos conscientes de que después de las 23:00 no iba a ser fácil encontrar un transporte con capacidad para llevarnos a nosotros y a nuestras bicis.
Existen varias empresas y algunas ofrecen servicio telefónico de reserva. También taxistas clandestinos, famosos por aprovecharse de los turistas cobrando un sobreprecio, así que, llevarlo contratado era la mejor opción. Además así no teníamos la necesidad de cambiar dinero en el aeropuerto para pagar la carrera (coronas checas) pues, a esas horas no sabíamos si iba a ser posible.
El servicio nos costó 40€.
En Hamburgo, para la vuelta, solicitamos a la recepción del hotel nos buscara dos taxis capaces de transportar las bicis, cada una en su caja, al aeropuerto, y no hubo mayor problema.
BARCAZAS
En más de una ocasión a lo largo del viaje tuvimos que atravesar el río en unas barcazas que hay ex profeso. Generalmente el carril bici llega a un pequeño embarcadero y el capitán está ahí aburrido, esperando que aparezca algún cliente. Es el momento perfecto para descansar y hacer unas fotos. El precio suele ser bastante asequible (1 € por persona).
