de
Lauenburg

a
Hamburgo


Para concluir el viaje solo quedaban 50 kilómetros así que no teníamos necesidad de andarnos con prisas.
Después del desayuno en el Schifferhaus Hotel nos tocó echar el resto porque no había forma de seguir nuestra ruta por la costa y había que adentrarse ladera arriba para dar un pequeño rodeo, a pesar de que en la guía ponía que por la costa era posible. Así que tuvimos que ascender una pendiente que debía andar en torno al 15% en la que más de uno echamos pie a tierra. Luego de este aperitivo matinal el carril bici estuvo en muy buenas condiciones desde Lauenburg hasta el mismo centro de Hamburgo. Por algunos momentos cayó algo de agua pero, como en los días previos, no fue más que un chipichipi que no llegaba a calarte del todo.
La entrada de Hamburgo fue, como todas las grandes ciudades, un tanto industrial, hasta que alcanzamos la gran avenida que, desde el centro de la ciudad, mira hacia el puerto. Nos recordó mucho a Las Palmas (salvando las diferencias) donde la ciudad no ve el mar por tener delante el dique del puerto.


Foto llegada


Nos perdimos buscando el Hotel Lindner y, como dábamos vueltas y vueltas sin dar con el sitio, y se hacía tarde para el almuerzo. Aparcamos las bicis en una plaza y nos metimos en la Trattoria Due da Enzo que estaba repleta de gente. Se olía a lo lejos que allí se debía comer muy bien, el típico sitio en el que la gente va a almorzar cuando sale de la oficina.
Hacía frío, y estábamos tan satisfechos por la proeza lograda a todo lo largo del viaje que, no sé si estaba bueno o no, pero nos pareció la mejor comida que habíamos tomado nunca. Una pasta deliciosamente cocinada.
Luego, algo más tranquilos y con el estómago lleno, nos resultó más sencillo dar con el Hotel Lindner Hotel Am Michel, un hotel de 4 estrellas muy bien situado y con todos los estándares de un hotel de ese tipo. Junto con el de Praga, era el único hotel que teníamos reservado desde el principio, así que no hubo que comparar precios ni preocuparnos por nada más. Dos noches con desayuno nos costaron 320 € por habitación (incluidas las tasas).


Foto hotel


Nos instalamos y salimos con las bicis a buscar las dichosas cajas para empaquetarlas para el viaje. Aunque todavía nos quedaban 48 horas en Hamburgo, sabíamos que era una cuestión delicada y quería resolverla cuanto antes.
No andábamos desencaminados, fue complicado, y dedicamos toda la tarde a encontrar las dichosas cajas. No es que en Hamburgo haya escasez de tiendas de bici, todo lo contrario, las había por doquier, el problema es que es una ciudad cara y los locales de las tiendas eran muy pequeños y, por lo que nos decían, no podían almacenar las cajas por lo que, desde que tenían un par de ellas, las tiraban. Así que ahí nos vemos peregrinando por todas las tiendas para llevarnos una decepción tras otra, que empezó a preocuparnos el modo de empaquetar las bicis.
Al final pudimos acaparar las 5 cajas que necesitábamos, aunque una de ellas no era precisamente una caja de bici sino la caja de un televisor de pantalla plana, que tenía aproximadamente las mismas medidas. Lavamos nuestras monturas con chorro de agua de alta presión en una gasolinera, atamos como pudimos las cajas a las bicicletas y regresamos al hotel para proceder al empaquetado.


Foto limpiando


Bajamos al garaje del hotel y, cuando por fin terminamos, ya era bien entrada la noche y estábamos derrotados.


Foto empaquetado


Cada uno subió en el ascensor su caja a su habitación y cenamos en el hotel. La broma nos costó 250€/5 personas, pero claro, ya estábamos en Hamburgo.


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Foto cajas
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