de Ringsted a Copenhague


Pese a que aún nos quedaba un día más en Dinamarca, esta fue la última etapa ciclista de nuestro viaje. Aproximadamente 86 kilómetros que transcurrieron en su totalidad por Selandia, bajo un clima envidiable.
Nos sirvieron un desayuno estupendo en el Winni's Bed & breakfast y, como no solo era la última etapa sino también la más larga, salimos de Ringsted con ganas, dispuestos a devorar el camino… pero la carretera te pone en tu sitio. Para empezar, puesto que el día anterior nos habíamos desviado de la ruta, tuvimos que retroceder unos kilómetros hacia el oeste para buscar la Ruta Ciclista Nº 6. No lo hicimos por el mismo camino sino que fuimos directamente hacia Bringstrup y ahí nos incorporamos al carril bici que, en este punto, avanza hacia el norte. En los primeros 35 kilómetros encontramos algunas dificultades: repechos, caminos en muy mal estado, gravilla.
Hicimos una parada para ir al baño (en el campo) y tuvimos que distribuir el peso de uno de los miembros de nuestro equipo, que empezaba a tener molestias en su rodilla. ¿Sería por la ansiedad de vernos tan cerca de nuestra meta o es que estábamos de verdad cansados?
En la localidad de Kirke Hvalsø se encuentran la Ruta Ciclista Nº 6 y la Ruta Ciclista Nº 4 y, a partir de ese punto, ambas avanzan juntas hacia el este, buscando la ciudad de Roskilde.
En el camino nos cruzamos con una carrera ciclista multitudinaria. Ellos volaban y nosotros avanzábamos como tortugas. Nos detuvimos a almorzar en el campo. Tras retomar la marcha cruzamos la vía del tren y el resto del día transcurrió por carriles bici completamente llanos. Pedaleamos otros 40 km y, cuando alcanzamos la costa, nos detuvimos en un parque a fotografiar a unos cisnes que nadaban indiferentes a nuestra proeza. A lo lejos, una central eléctrica, anunciaba la proximidad de Copenhague.

LFGP

Como entrábamos por el sur y la etapa había sido muy larga habíamos elegido alojarnos también en el sur, para no tener que cruzar la ciudad.
El Hotel Guldsmeden, cerca de la estación de trenes, es un bonito hotel ecológico.
Al día siguiente amaneció queriendo llover. Aunque era solo un sutil chispy chispy, era la primera vez en todo el viaje que veíamos caer algo agua. Dejamos las alforjas en el hotel y fuimos pedaleando a devolver las bicis a Københavns Cyklebørs. No hubo ningún problema en la entrega y nuestra opinión general sobre esta empresa fue muy satisfactoria. Luego quisimos resarcirnos de la espinita que nos había quedado clavada desde el primer día de bici. Tomamos el tren para ir hacia el norte a visitar el Museo Louisiana de Arte Moderno. El viaje dura aproximadamente 30 minutos y cuesta 12 euros por persona. Te bajas en la Estación de Humlebæk y tienes que caminar un poco. El edificio es de un diseño precioso, bien integrado en la frondosa naturaleza que lo rodea y con grandes ventanales que tiene vistas al jardín y al mar. Había todo tipo de obras de arte, dentro y fuera del edificio, pero dejaron un imborrable recuerdo en nosotros las esculturas de Giacometti. Caminantes esmirriados, cuyas figuras se estiran hasta el infinito, y que tan características son de este escultor suizo. No somos gente de visitar muchos museos pero disfrutamos de la visita.

AMG

Regresamos por la tarde a Copenhague, paseamos por el centro e hicimos las pertinentes compras. Cenamos en un restaurante para turistas por 2800 DK (375 euros para 6 personas). La comida estaba buena pero nos pareció caro y tardaron una eternidad en servirnos los platos. Ese fue el exangüe estertor con el que se despidió nuestro viaje.
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