de
Heidelberg

hacia Oppenheim

a
Oppenheim


Después del desayuno en el The Heidelberg Exzellenz Hotel, y cuando estábamos montando las alforjas en nuestras bicis, nos encontramos con la primera sorpresa del día. Dos de las bicis tenían una rueda empenada por lo que se frenaban durante la marcha. Uno de los niños había tenido problemas físicos desde el primer día y no había podido cargar con sus alforjas… ahora por fin lo entendimos. Después de intentar infructuosamente ajustar los frenos desistimos de hacerlo pues, cuanto más justo lo ponías más se frenaba la rueda. Así que cambiamos las bicis de los mayores por las de los niños y emprendimos la marcha.
Tomamos la ribera del Neckar para ir a encontrarnos con el Rhin pero había tanto tráfico que, en lugar de seguir en linea recta al llegar al meandro, como teníamos previsto, nos desviamos hacia Neckarhausen.

Neckarhausen

No nos supuso una demora significativa. Al poco llegamos La primera a Mannheim, donde hicimos nuestra primera parada. Mannheim es la ciudad donde el Rhin y el Neckar se encuentran y es ahí donde hicimos nuestra primera parada del día. Nos detuvimos a descansar en un parque bajo la enorme torre de comunicaciones que hay junto al río.

Mannheim

Al tomar el carril bici del Rhin (Eurovelo 15) tuvimos que cruzar al otro lado, y nada mejor para hacerlo que un puente sin rampa por el que cruzaba una autopista. La subida por las escaleras nos hizo sudar un poco.

cruzando el Rhin en Mannheim

Luego llegamos a Worms, que parecía una ciudad de considerable tamaño. Fuimos por la ribera hasta que vimos a lo lejos su hermosa iglesia y entonces giramos y pedaleamos directamente hacia ella para llegar al centro. Nos detuvimos a comer en un pequeño restaurante "Salads & more" que había junto a la impresionante iglesia. Se veía a grupos de japoneses bajar de los autobuses. Era un lugar muy sencillo con una pequeña terraza. El señor que nos atendía no hablaba inglés ni entendía nuestro torpe alemán, por lo que tuvimos que entendernos con gestos. Pedimos ensalada para todos y cuando preguntó algo… dijimos que sí sin saber a qué demonios se refería. La ensalada era fresca y muy adecuada para no sentirse pesado luego, durante el viaje.
El día nos deparaba, sin embargo, una sorpresa. Poco antes de acabar con nuestras ensaladas empezamos a oír el aparato eléctrico. Salimos dispuestos a reemprender la marcha, pero el cielo se oscureció y empezó a diluviar. Quedamos debajo de un arco que había frente al restaurante, con cara de tonto. Tuvimos que abrir las alforjas para sacar los chubasqueros y, cuando vimos que el aguacero menguaba, salimos a la intemperie, y reiniciamos la marcha.

Worms

Era una experiencia que no nos desagradaba, que los niños vivieran todo lo que se puede vivir encima de una bicicleta. No solamente el sol y el buen tiempo. Te hacer sentir libre de toda atadura, hasta de tus propios prejuicios y remilgos habituales. Sin embargo no fue para tanto y no nos empapó demasiado pues, a medida que avanzábamos hacia el norte, el cielo se abría. Quedó un campo precioso. Extensas praderas de un hermoso color que resaltaban sobre el gris del cielo, y un delicioso olor a hierba mojada.

saliendo de Worms

Oppenheim era en principio una parada de compromiso. No teníamos otro lugar con interés donde hacerla y éste estaba en el lugar exacto para hacer un descanso antes de llegar al Rhin Romántico. Sin embargo nos pareció un pueblo pequeño pero entrañable, rodeado de viñedos y con un centro en pendiente muy pintoresco. Nos perdimos buscando el hotel, pues no habíamos entrado por la misma carretera que teníamos marcada en nuestro plano, pero una señora muy amable nos acompaño hasta un lugar en el que pudo darnos unas explicaciones sencillas. Tuvimos que ascender la colina de calles adoquinadas pues el Altes Amtsgericht se encuentra en lo más alto del pueblo. Es un palacete precioso, muy singular y bien restaurado, con habitaciones que rezuman calidad de materiales, donde nos hospedamos con mucho gusto. De los mejores sitios en los que hemos estado en nuestro viaje (ver nuestra valoración del hotel). Merece la pena.

Altes Amtsgericht

Salimos a cenar. Teníamos pensado acudir al Weinhaus Hilbig, por su buena puntuación en Tripadvisor siendo un restaurante de precio moderado, pero la joven de recepción no pudo contactar con ellos así que nos decidimos por el Zur Vespertube, muy cerca del otro y con una comida alemana de aspecto bastante casero que nos gustó mucho. Tuvimos la suerte de que la pareja que lo regenta está compuesta por un alemán y una costarricense, lo cual nos permitió por primera vez en el viaje, que ella nos describiera en castellano las características de cada plato… y por fin pudimos hacer una comanda sabiendo perfectamente lo que pedíamos. Mereció la pena. Los vinos de la zona, además, nos parecieron muy ricos y baratos (la cena fue por 140 euros 6 personas).

Oppenheim

Luego dimos un pequeño paseo por el centro del pueblo… y fue pequeño no porque estuviéramos muy cansados, que lo estábamos, sino porque el el centro del pueblo es pequeño. Dos o tres calles en torno a una bonita iglesia. Luego andamos hasta el hotel y, como siempre, nos fuimos directamente a la cama.


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Catedral de Worms
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