Monumento Germania

de Oppenheim a Rudesheim

hacia Mainz

Aunque la ruta iba a ser sensiblemente más corta que los días previos, desayunamos a las 7:00 de la mañana ya con nuestras alforjas preparadas. Anunciaban lluvias para la tarde y no queríamos volver a mojarnos.
Nos despedimos con pena de Oppenheim, un pueblo que hubiera merecido la pena explorar detenidamente, y del Altes Amtsgericht, donde nos habíamos sentido parte de la nobleza provinciana alemana. De nuevo regresamos a nuestro status ciclista, donde el reconocimiento solo se logra pedaleando y sudando. Lejos de deprimirnos nos alegró empezar cuesta abajo y con el cielo nublado.

partida de Oppenheim

Descendimos hasta el río y poco antes de llegar a Mainz (Maguncia) ya se apreciaba un cambio en el paisaje. De pronto estábamos rodeados de vides, con sus características hileras.

alrededores de Mainz

Luego, Maguncia, nos sorprendió por su grandiosidad en todos los sentidos. Se veía que era una ciudad grande, pues tardamos un rato en llegar al centro, y desde la ribera se intuía un casco histórico monumental.

Mainz

Nos paramos a descansar y a tomar un tentempié en el Zum Schorsch, una terracita sencilla que había junto al río, pero empezaron a caer unas gotas y, como temíamos fuera a llover con fuerza en cualquier momento, decidimos seguir adelante y evitar entrar en la urbe. Nos hubiera demorado demasiado y, hay tanta cosas que ver, que uno tiene que ir eligiendo… y descartando, pero nos pareció que hubiera sido una linda parada.

Zum Schorsch

Apenas reemprendimos la marcha cuando cruzamos al otro lado del río. El carril bici, a este lado (el izquierdo en el sentido de la corriente) dejó de ser accesible. Hay una pequeña isla que se llama Rettbergsaue y el puente pasa por encima de ella hasta el otro lado. Tuvimos que cargar las bicis escaleras arriba pues no había otro modo. De nuevo, al otro lado, cargarlas escaleras abajo.

cruzando el Rin en Mainz

De estar dentro de la ciudad pasamos, al otro lado del puente, a estar en el campo. Vimos a algunos cicloturistas que hacían el viaje en sentido contrario y luego pasamos por una sucesión de poblaciones con mucho encanto. La primero fue Wiesbaden, la ciudad que se encuentra frente a Maguncia y que aparentemente tiene la misma grandiosidad que aquella.

Wiesbaden

Luego pasamos por Walluf un pueblo muy bonito en el que, como tantos otros, ni siquiera nos detuvimos pero cuyas calles adoquinadas, al pasar, nos encantaron.

Walluf

Al atrevesar el siguiente pueblo, Eltville, encontramos un mercadillo y nos detuvimos a comprar material para hacernos unos bocadillos. Luego nos los comimos en Oestrich-Winkel en unas mesitas que había junto a la orilla del río. Hacía bastante viento pero fue bastante agradable.

Eltville

Durante la sobremesa (que tuvo lugar sobre las bicis en lugar de sobre la mesa) el carril bici transcurrió sin mayores dificultades hasta Rüdesheim am Rhein. Nos embargaba la alegría de haber llegado a nuestro destino sin sufrir ningún incidente, pero fue allí donde empezaron las dificultades.
Habíamos reservado el hotel en Assmannhausen, un pequeño pueblo tres kilómetros al norte de Rüdesheim, pero las indicaciones del carril bici se perdían de pronto. Ni siquiera la carretera era una opción viable, pues no tenía arcén y estaba claramente señalizada la prohibición para las bicicletas. Como el valle del río se estrecha y las paredes a ambos lados en esta zona se elevan, tratamos de salvar esos 3 km ascendiendo por unos caminos que había entre los viñedos. Al principio era una carretera de tierra pero a medida que ascendía la calidad del firme empeoraba. El cansancio acumulado y el ascenso sin la clara expectativa de que ese fuera el camino adecuado, acabó con nuestro empeño. Lo intentamos varias veces por las distintas carreteras que había entre los viñedos. Unas ascendían, otras bajaban o se hacían cada vez más estrechas hasta convertirse en un camino de tierra entre la maleza por el que difícilmente podía pasar una persona (cuanto menos una bicicleta). Un verdadero laberinto. Así que acabamos retrocediendo a Rüdesheim para buscar otra alternativa. Preguntamos a varios paisanos el modo de salvar esa distancia con nuestras bicis y todos nos dijeron que no era posible, así que acabamos subiendo nuestras bicis al tren para bajarnos en la siguiente parada (el billete nos costó 9 euros, bicis gratis). Como siempre, viajar con las bicis cargadas supone una dificultad añadida a la hora de subirlas al tren, pero nos organizamos en parejas y no tuvimos problemas.

tren Rudesheim

Luego nos dijeron en el hotel que en ese tramo de la orilla derecha llevan años trabajando en un nuevo carril bici que no acaban nunca de concluir y que a partir de esta zona era mejor cruzar en transbordador al otro lado y seguir hasta Coblenza por la orilla izquierda.
El Rheinhotel Lamm, en Assmannhausen, tiene buenas críticas en las web de hoteles, pero nos resultó un tanto alejado ahora que sabíamos que el carril bici no estaba disponible. Por otro lado las instalaciones están un poco deterioradas, resulta decadente (sobre todo las puertas, las moquetas y los baños), se oye todo lo que ocurre en el pasillo y está demasiado cerca de la carretera y la via de tren, por lo que también es ruidoso (ver nuestra valoración del hotel). El personal intenta ser amable pero muchas veces tienen que dividirse entre el restaurante y la recepción por lo que acaban tratándote un poco al trancazo.
El restaurante también está muy bien valorado y no nos decepcionó, aunque el precio nos pareció un poco elevado (250 euros la cena para 6 personas).

DIA EN RUDESHEIM


Assmannhausen tiene fama de ser uno de los pocos lugares de la zona donde se hace buen vino tinto, si bien el que probamos (de la variedad de uva Pinot noir) no nos gustó demasiado, lo cual no puede ser considerado una crítica pues no somos entendidos.

Assmannhausen

Al día siguiente, por fin, un día de descanso sin tener que subirnos a la bici. Sanar las heridas que cada uno tenía. Estábamos preocupados de que, estando alojados en Assmannhausen, tan lejos de Rüdesheim, pudiéramos darle con facilidad contenido al día, pero fue todo lo contrario. Hay en la zona una serie de transbordadores y teleféricos que se han organizado de manera que se puede hacer un recorrido circular por los atractivos que la zona ofrece. Nosotros nos decidimos por el de la empresa Bingen-Rüdesheimer que tiene lo que llaman el Ring Ticket (75 euros por 4 personas y dos niños), un billete compuesto que hace el recorrido siguiente:
Comienza tomando el telesillas que, desde Assmannhaousen, asciende hasta la cima de las colinas (225 metros) desde las que se domina la curva que hace el Rhin en este punto.

telesillas de Assmannhausen

Una vez arriba tienes dos posibilidades: un paseo de 30 minutos o de 1 hora hasta el punto en el que se encuentra el Niederwalddenkmal (monumento de Germania) y el teleférico de bajada.

Monumento Niederwalddenkmal Germania

El camino atraviesa una zona boscosa muy agradable que dispone de algunos miradores sobre el río, desde estos se puede disfrutar de unas bonitas perspectivas de las localidades de Bingen y Rüdesheim.

Vista del Rin

Tanto el telesillas de subida como teleférico de bajada ofrecen un hermoso espectáculo de las ciudades, el río y los viñedos. El teleférico de bajada te deja en Rüdesheim donde puedes recorrer sus calles, muy comerciales y llenas de turistas.

teleferico Rudesheim

En un transbordador de la empresa (que se toma en el dique 8) puedes cruzar a Bingen, la ciudad que se encuentra en la otra orilla. Allí es posible subir caminando hasta el castillo que la corona y también ver unas bonitas vistas del otro lado.

transbordador de Rudesheim a Bingen

Finalmente en otro transbordador puedes regresar a Assmannhousen.
Esa noche cambiamos de restaurante y, como es un pueblo pequeño sin demasiada oferta, solo fuimos un poco más allá a uno de los hoteles situados en la proximidad del nuestro. El Restaurante del Hotel Unter den Linden, tiene una gran terraza y un menú variado. Cenamos los 6 por 150 euros.


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Rudesheim
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