Secuencia de la ropa:
Todos los días realizamos la misma secuencia. Cuando llegamos a nuestro destino lavamos la ropa que traíamos puesta y volvemos a usarla al día siguiente, salvo que aún estuviera mojada, en cuyo caso emplearíamos la de repuesto y utilizaríamos la recientemente lavada para el día siguiente. Después de lavarla y ducharnos nos ponemos una muda de ropa de calle, que emplearemos esa tarde, la tarde siguiente y la otra (solo un par de horas), un total de 3 días. Si somos de los que vamos a usar ropa interior bajo el cullote (que no aconsejamos) lo que haremos es ponernos por la mañana la ropa interior que ya estrenamos la tarde anterior (tendríamos que llevar más ropa interior para el viaje, o lavarla más a menudo).
Lavado de la ropa de bici:
Lavar la ropa de bici todos los días es un engorro que a nadie apetece. Hemos diseñado una técnica muy burda que hace esta labor más llevadera, si bien a muchos les puede parecer poco higiénica.
Cuando ya tenemos nuestra habitación y estamos instalados en ella lo primero es la ducha. Pues bien, nos metemos en la ducha con ropa y todo. Nos rociamos con agua y nos enjabonamos aún con la ropa puesta. Nos vamos quitando la ropa y dejándola caer en el suelo del plato de ducha o bañera (siempre que el suelo esté menos sucio que la ropa), y la vamos pisoteando como quien pisa la uva en vendimia. Cuando nos hemos quitado toda la ropa seguimos pisoteándola mientras nos enjabonamos el cuerpo y mientras nos aclaramos con agua… seguimos pisoteando. Por lo general necesitas un poco más de tiempo pisoteando y aclarándote el jabón del cuerpo para que se aclare también el jabón de la ropa que pisoteas… pero no suele ser mucho más. Recoges la ropa y la tuerces (pasándola por detrás de una barra o tubo. A veces vale el propio grifo), y la tiendes allá donde puedas. Como es de licra suele estar seca a la mañana siguiente, y si no lo está, no importa, te pones la de repuesto y dejas esta para el día siguiente.