Foto puente del Shimanami Kaido

Salida hacia Shikoku


Podíamos haber regresado desde Imabari hasta Onomichi, en bus o en ferry, o incluso pedaleando, visitando los caminos secundarios por los que no habíamos pasado. Honshu es una isla enorme y aún nos quedaba mucho por ver, pero habíamos decidido dedicar unos días a visitar Shikoku.
Cuando amanecimos en el Candeo Hotel Matsuyama descubrimos que los yenes se nos habían acabado y, como Matsuyama es una gran ciudad, decidimos que era el sitio adecuado para cambiar euros. Por la noche, después de instalarnos, dimos un paseo por la ciudad y tomamos el tranvía para ir a darnos un baño en el Dogo Onsen. A parte de ser el más antiguo es famoso por aparecer en la novela Botchan que escribió Soseki Natsume en 1905.

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Así que después del desayuno dejamos a los chicos en sus habitaciones y nos fuimos a buscar un banco que nos cambiara. No fue tan fácil y tuvimos que pasar por varios antes de encontrar uno. Por eso, cuando regresamos al hotel, se nos había hecho un poco tarde y nos retrasamos media hora en hacer el check-out. La señorita de recepción nos informó impertérrita, que había un recargo de 30 euros (aproximadamente) por habitación para penalizar el retraso. Nos pareció que no tenía sentido discutir con un japonés que aplica la norma, y lo aceptamos con deportividad.
Dejamos las maletas en el coche y tomamos el tranvía que asciende hasta Castillo de Matsuyama. Es una fortaleza muy bien conservada en lo alto de una colina desde la que se tiene una buena perspectiva de la gran llanura en la que se encuentra Matsuyama. El interior es de madera y hay vídeos explicativos de su reconstrucción, ropajes y armas de la época, y los chicos pudieron vestirse con una armadura samurai (lo cual debe ser una actividad muy cotizada en los ambientes juveniles).

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Luego condujimos hacia el montañoso interior de la isla. Nos alojamos de nuevo en un ryokan, pues pensábamos que era el complemento ideal para sumergirnos completamente en el ambiente rural de Shikoku. Nos habíamos decidido por el Hotel Kazurabashi, un alojamiento caro en pleno Valle de Iya.
Desde el hotel visitamos el Oku-Iya Nijyu Kazurabashi, un puente colgante hecho a base de hojas (y adecuadamente reforzado en la actualidad con cables de acero) e hicimos un rafting por el río Iya con la empresa HappyRaft, lo cual fue muy del agrado de los jóvenes que nos acompañaban.
No tiene sentido extenderse en lo que fue nuestro viaje por Shikoku, pues ya no volvimos a coger la bici. Desde el Valle de Iya regresamos en coche hasta Takamatsu, donde visitamos el Ritsurin Garden.

Foto Jardin Ritsurin

Devolvimos el coche y tomamos el JR de regreso a la isla de Honshu donde, tuvimos otro tipo de experiencias cuya narración no es el propósito de esta web.