de
Las Palmas

a
Praga


Como nos ha ocurrido tantas veces a lo largo de nuestros viajes, los diferentes miembros del equipo salimos desde distintos puntos de la geografía española, y nos encontramos en el lugar de destino. En esta ocasión cuatro de volamos desde Las Palmas y una desde Madrid.
En el aeropuerto la primera sorpresa fue que no sabían que llevábamos bicis, a pesar de haberlo comentado, pero lo llevábamos todo registrado y habíamos impreso los correos, así que no hubo problemas. Nos costó 60 € por bicicleta.
Salimos del Aeropuerto Las Palmas a las 17:10 con la compañía Smartwings y llegamos al aeropuerto de Praga terminal 2 a las 22:55 (así que la duración del viaje fue de 4 horas 45 minutos). La distancia del aeropuerto a la ciudad es de aproximadamente 10 km, y habíamos reservado una furgoneta taxi con capacidad para cargar nuestras 4 bicicletas hasta el Hotel Mosaic House. El servicio completo nos costó 40€.
El viaje de la ciclista madrileña fue otra historia. Había encontrado un vuelo mucho anterior al nuestro y llegó con bastante antelación así que, ni corta ni perezosa, desembaló su bicicleta y pedaleó hasta el hotel, donde nos estaba esperando a nuestra llegada. Dicho trayecto le planteó ciertas dificultades… pues el plano que llevaba no era todo lo detallado que cabría esperar y tuvo que enfrentarse a calles que no llevaban a ningún lado, desniveles e incluso a una larga escalera que se vio obligada a salvar cargando su bici. Así que si esa es tu opción… también puede hacerse.
Después del encuentro en el hotel, y de ponernos al día respecto a cómo habían transcurrido nuestros respectivos viajes, era ya demasiado tarde como para hacer algo más que cenar e irnos a la cama. El Mosaic House es un hotel muy curioso, el vestíbulo está lleno de carteles y cosas que la gente pega en las paredes. Parece el destartalado callejón de una ciudad cualquiera. Dentro del propio vestíbulo, que está construido como si fuera pequeño auditorio, había un concierto y mucha gente joven, bebiendo, hablando y haciendo eso que hace la gente joven cuando se reúne en un concierto. Arriba, en las habitaciones, no se oía nada de todo ese jolgorio. Dos noches con desayuno nos costaron 200 € por habitación (incluidas las tasas).


Visita a Praga


Amaneció con el tiempo ideal para una visita a pie por la ciudad, sol y justo el punto de frío para una larga caminata. Disponíamos únicamente de un día para visitar la ciudad y decidimos dejar las bicis en sus cajas hasta la noche, ya íbamos a tener tiempo de sobra para pedalear en las siguientes semanas.
Praga (Praha en checo) es la capital de la República_Checa. Antes fue capital del Reino de Bohemia y de Checoslovaquia. Situada a orillas del río Moldava, tiene aproximadamente 1,2 millones de habitantes, lo que la convierte en la ciudad más poblada del país. Desde 1992 el casco histórico de la ciudad es Patrimonio de la Humanidad. En el siglo XX sufrió las dos guerras mundiales y, principalmente, la dictadura nazi. Tras la segunda guerra, quedó dentro de la esfera de influencia soviética. Tras la Revolución de terciopelo y la caída del Muro de Berlín la ciudad se ha ido adaptando a la economía de mercado.
Optamos por una ruta prefabricada, de esas que ofrecen las guías en caso de que solo dispongas de un día. Subimos al Castillo y comimos un Bretzel y unas deliciosas salchichas marinadas con un vino caliente, en los pequeños puestos callejeros que había en una plaza en los alrededores del castillo.
¿Qué podemos decir de Praga a estas alturas de la película? Es una ciudad preciosa y, aunque ya la conocíamos, nunca deja de sorprenderte. Ahora nos planteaba un nuevo reto… cruzar el este de €pa hasta Hamburgo…
Tan bonita es la ciudad que está siempre… SIEMPRE, atestada de turistas y, en algunos puntos muy emblemáticos, hubiera resultado imposible pasar con las bicicletas. Así que fue un acierto no llevarlas para la visita, cruzar el famoso Puente Carlos pedaleando o la plaza de la ciudad con su famoso Reloj_Astronómico… hubiera sido una verdadera Odisea.
De regreso al hotel bajamos al sótano y montamos las bicis en el garaje y, cuando ya todo estaba preparado para el inicio del viaje, salimos a cenar para celebrarlo. El menú incluía una deliciosa sopa Solianka, de ascendencia rusa, que luego tomaríamos en varias ocasiones a lo largo de todo el viaje, porque nos dejó cautivados y es bastante típica en Alemania del este. Todo nos salió por 2.040 coronas.


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Foto Praga
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