de
Tangermünde

LFGP

a
Wittenberge


Etapa de 80 kms que cubrimos a una velocidad media de 14 km/hora.
Nos sirvieron un buen desayuno en la tienda-restaurante-recepción del Hotel Exempel Schlafstuben.
El estilo de la sala, como el del resto del hotel, no era nada convencional. Unas mesas muy sofisticadas de patas como zapatos femeninos de tacón y sillas cuyos respaldos estaban formados por dos grandes manos de madera. Buen una forma distinta de empezar el día y, tras ella, reincidamos la marcha con una sonrisa en la cara.

Foto mesas y sillas

El día había amanecido nublado en Tangermünde y lloviznó por momentos a lo largo del recorrido. Más allá de esa anécdota meteorológica no hubo mayores incidencias en el recorrido. Extensos campos, frondosa vegetación, el río…

Foto del rio

Al llegar a Wittenberge siguiendo la orilla del Elba, pasamos frente al Hotel Alten Olmühle, un edificio de ladrillo rojo frente a la ribera, rodeado de grandes jardines, pero no lo tuvimos en cuenta. Luego, cuando alcanzamos la ciudad y seguimos el margen del río, por el modo en que la ciudad y el río se encontraban en una especie de paseo adoquinado, hasta nos pareció que iba a tratarse de una ciudad bonita. Había algunas pensiones en esa zona, pero tampoco las tuvimos en cuenta y nos dirigimos hacia el interior de la urbe. Solo entonces descubrimos que se trataba de la típica ciudad de la Alemania del Este, limpia aunque sin demasiado encanto, con calles de escaso tráfico y apenas vida. Después de dos o tres vueltas ya teníamos una idea de lo que podía ofrecernos en términos alojativos y regresamos a la que nos pareció la mejor opción, el Hotel Germania.
Desde la calle tenía muy buen aspecto, un edificio decorado con sencillez y buen gusto, y los precios, aunque altos (estaban anunciados en una pizarra) eran aceptables. Como no tenían disponibilidad retrocedimos al Hotel Alten Olmühle que habíamos visto a la entrada y… sorpresa. Tampoco había disponibilidad. Ya empezábamos a ponernos nerviosos, recordando el mal rato que habíamos pasado en Aken.
No tuvimos la suerte de encontrar un alma caritativa como había sido la señora que, en Aken, se había constituido en nuestro ángel salvador (ver etapa). Así que comenzamos una pesadumbrosa procesión en la que íbamos saltando de uno a otro de los alojamientos que había, rebajando cada vez más nuestro nivel de exigencia. Los dos siguientes estaban cerrados o no nos gustaron en exceso, y así acabamos en la Pension Am Festspielhaus de 3 estrellas, cuya cursilona decoración no era de nuestro gusto pero cuyos precios eran aceptables, tenía disponibilidad y unos cuartos enormes.
Después de la preceptiva ducha y hacer la colada, salimos a cenar y a dar un paseo. No había mucho que ver ni merecía la pena entretenerse demasiado buscando un restaurante. Al final nos metimos en una pizzería que no resultó muy buena pero cumplió con su deber de nutrirnos. A veces basta con salir adelante ("patada a seguir" lo llaman en rugby).
Cenamos los cinco por 80€ y nos fuimos directamente a la cama.


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Foto del rio
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