Foto carril bici del Elba

de Aken a Magdeburg


Una etapa corta, de 61 kms. que hicimos a una media de 15 kms/hora.
Hacía buen tiempo en Aken, aunque algo nublado y con un poco de viento en contra.
Para retomar el carril bici del Elba, al salir de la Pension 3 Kastanien tuvimos que regresar sobre nuestros rodadas de la tarde anterior y, aquel paisaje, nos recordó a la amable señora que con su generoso gesto había logrado que durmiéramos calentitos aquella noche.
El carril bici transcurría, como siempre, por el campo. Tuvimos que cruzar en dos ocaciones el río en unas barcazas que, arrastradas por la corriente y sujetas a un largo cable que estaba anclado río arriba, pendulaban de orilla a orilla sin ni siquiera tener que usar los motores. Nos cobraron 1€/ciclista y fue un espectáculo interesante pues nunca habíamos visto utilizar la fuerza de la propia corriente para transportarte de este modo.

Foto barcaza

La entrada a la ciudad de Magdeburgo se estiró durante 10 kms. Al principio encontramos fábricas vacías, todas en ruinas, que rememoraban un pasado industrial que debió de ser glorioso, luego un cinturón de viviendas sociales al más puro estilo del este y, finalmente, alcanzamos el centro. Lejos de lo que se pudiera esperar, el casco antiguo está formado por calles y edificios de época que tienen cierta grandiosidad, muy bien restaurados y concurridos por gente joven elegantemente vestida.

Foto calle

No en vano se trata de una ciudad universitaria y la capital del estado. Dimos unas cuantas vueltas buscando la oficina de turismo. Tardamos un poco porque es una ciudad urbanísticamente extraña. Tiene su catedral en el centro pero, alrededor de ella, la estructura de las calles no es radial como tan típicamente es en… todos lados.

Foto catedral

Finalmente la encontramos y nos ofertaron un par de hoteles. El día anterior había sido complicado y queríamos algo cómodo y céntrico para pasar la noche. Nos decidimos por el Hotel Maritim, un poco más caro de lo que estábamos acostumbrados (115 €/doble sin desayuno), pero agradable.
Luego de cumplir con nuestras obligaciones de aseo, salimos a pasear por el centro y cenamos en u restaurante que, como colofón, nos sirvió el mejor strudel que nos sirvieran a todo lo largo del viaje.


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Foto cisnes
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