de
Magdeburg

Foto planicies del Elba

a
Tangermünde

Etapa de 75 kms que hicimos a una velocidad media de 15 kms/hora.
Como no teníamos el desayuno incluido en el precio de la habitación salimos del Hotel Maritim con el estómago vacío y nos fuimos a desayunar a la estación. Luego hicimos una pequeña compra para el almuerzo en un super que había en la zona, donde nos atendió una dependienta malhumorada. No fue grave.
Con el día soleado que hacía, la salida de Magdeburgo resultó agradable y hermosa. Atravesamos preciosos parques en los que el carril bici transcurría a la sombra de gigantescos robles.
Llegamos al famoso Puente de agua de Magdeburgo, el más grande del mundo. Resulta de lo más curioso, un puente por el que transcurre el canal Elba Havel, que es navegable, y que pasa por encima del río Elba. Como íbamos por el río no tuvimos una buena perspectiva del mismo… pero hubiera merecido la pena buscar el modo.
Llegamos a unas esclusas enormes y nos entretuvimos observando su funcionamiento.

Foto esclusa

Más adelante quisimos cruzar el río en una barcaza que había ex profeso, pero el barquero se había ausentado dejando en un cartelito indicada la hora a la que regresaría de su almuerzo. 30 minutos nos pareció demasiada espera y continuamos nuestro camino por el margen derecho del río. Al final, nuestra impaciencia, nos llevó a tomar esa mala elección pues, más adelante, la carretera estaba en obras y tuvimos que compartirla con multitud de camiones y la densa nube de polvo que levantaban.
Llegamos a Tangermünde sin mayores incidencias que esas y nos fuimos directamente a la oficina de turismo.

Foto Oficina de Turismo

Es un pequeño pueblo amurallado que se yergue en el punto en el que el río Elba se encuentra con su afluente el Tanger. Muy coqueto, bien conservado y bastante turístico. La zona centro se sitúa en torno al eje que conforman dos calles en paralelo, alrededor de las cuales puede encontrarse una buena oferta alojativa.

Foto Tangermunde

Nosotros nos decidimos por el Hotel Exempel Schlafstuben. No se trata de un hotel convencional, de hecho está lleno de extravagancias. El edificio principal está constituido por tres hermosas casas de la época, cuidadosamente rehabilitadas, situadas frente a una plaza. En la planta baja hay una tienda que hace las veces de restaurante y de recepción. Luego, las habitaciones, están distribuidas por distintos edificios de la zona. A nosotros nos dieron unas habitaciones de estilo retro en el anexo que hay al otro lado de la plaza. Después de instalarnos y hacer la colada salimos a dar un paseo por la zona antigua y cenamos en el Restaurante Zecherei Sankt Nikolai, una antigua Iglesia reconvertida en restaurante temático tradicional, un tanto lúgubre y recargado, pero concurrido y muy animado. Curiosamente pertenece a la misma empresa que el hotel. Cenamos carne y pan con tocino.
Por la noche hubo campanadas cuyo sentido no llegamos a comprender… pero que nos arrancaron de un dulce sueño.


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