chapuzon Basilea

de Las Palmas
a Basilea


Nos sorprendió muy agradablemente la compañía Tuifly. Muy espaciosos los asientos (una persona de 1,80 m de altura puede cruzar las piernas sin dificultad). Como teníamos que facturar las alforjas compramos billetes en un nivel superior lo cual abarataba el precio. Nos sirvieron un refresco y un panecillo.
En el Aeropuerto de Basilea-Mulhouse-Friburgo hay una salida hacia Suiza y una hacia Francia. Salimos por la de Suiza y nos encontramos con la agradable sorpresa que hay una guagua gratuita que te lleva hasta la estación central de Basilea. Allí tomamos un taxi que nos llevó hasta el hotel por 16 francos suizos.

Aeropuerto Mulhouse.

A pesar de que habíamos avisado al Hotel Rheinfelderhof con tiempo de que llegaríamos tarde, la recepción estaba abierta pero no había nadie. Nos cansamos de tocar la campana que había sobre el mostrador pero nada. Menos mal que sobre el mostrados había un papelito con los datos de la Wifi y los niños pudieron conectarse (ellos con eso ya tienen bastante). Nos hacíamos la idea de que dormiríamos en los silloncitos del vestíbulo cuando el recepcionista entró de la calle. Venía como si fuera un cliente más, y al principio lo miramos sin demasiado interés, hasta que vimos que se posicionaba detrás del mostrador. El pobrecito había salido a fumar… y nos reprochó que no le hubiéramos llamado por teléfono (estamos en Suiza… guapito, quisimos decirle, fuera de la Unión Europea ¿qué nos va a costar la llamada?). No le dijimos nada, pues no fue para tanto, solo habíamos estado 15 minutos esperando. Nada grave si no fuera la 1 de la mañana.
El hotel, a primera vista nos decepcionó un poco. Todo en estado de cierta decadencia… pero limpio. Nos llamó la atención que el ascensor fuera de los antiguos, sin puerta de protección por dentro, de esos que vas viendo cómo pasan los pisos ante tus ojos. Creo que en España ya están prohibidos.

Dia en Basilea


Al día siguiente nos levantamos a las 8:30 para bajar al desayuno buffet a las 9:15, pues cerraban a las 10:00.
Nuestra idea inicial había sido dedicar el día a recoger las bicicletas, para estar más seguros de que no había ningún problema con ellas, pero dado que Decathlon Mulhouse se encuentra equidistante entre Basilea y Colmar (nuestra primera parada), hacerlo de ese modo hubiera significado perder una jornada para luego volver a hacer el mismo camino al día siguiente. Así que nos quedamos en Basilea y dedicamos el día a hacer turismo.
Después de desayunar y de lavarnos los dientes salimos a pasear por el centro. Cruzamos a la otra orilla y visitamos la Marktplatz, donde está el ayuntamiento (Rathaus Basel-Stadt). Es una plaza estrecha y rectangular en la que suele haber puestos de fruta, setas y salchichas.
Era demasiado pronto para comer nada así que subimos al Altstadt Grossbasel (centro histórico) donde visitamos la Catedral (Basler Muenster) y entramos en un colegio donde estaban celebrando el final de curso. Nos quedamos alucinados con el extraño modo que tenían de celebrar semejante evento: tirando los apuntes por la ventana.

colegio Basilea

Callejeamos hasta la puerta Spalentor e hicimos algunas compras en el camino (estábamos en pleno Mundial de Futbol de Rusia y los niños compraron unas banderitas españolas para poner en sus bicis llegado el momento).

Spalentor

Luego ya empezaba a entrarnos hambre y regresamos a Marktplatz para almorzar la suculenta salchicha que habíamos visto en alguno de los puestitos.

Bratwurst

En el hotel nos habían dado un ticket para utilizar gratuitamente el transbordador del río. Se trata de una pequeña barcaza de época (vete a saber cual) que cruza atada a un cable dejándose arrastrar por la corriente. Si lleva el cable a estribor avanza hacia la izquierda y si lo lleva a babor, pues al contrario.

paseo por Basilea

Luego, paseando por el río vimos que la gente se bañaba. Pasaban sus cabecitas río abajo muy cerquita de la orilla, a buena velocidad y arrastradas por la corriente. Todo el mundo agarrado a su bolsa seca como si se tratara de un salvavidas. Nos entró sana envidia y volvimos al hotel a ponernos nuestros bañadores y, con nuestras bolsas secas y nuestras toallas, andamos río arriba para hacer lo propio. No sabíamos por dónde meternos así que ascendimos hasta que encontramos unas escaleras. Había gente que bajaba el río desde más arriba pero aquello nos pareció suficiente. Nos metimos en el agua y nos dejamos arrastrar por la corriente río abajo. Creo que habremos salido 500 metros más allá. Fue una experiencia diferente, divertida, agradable y totalmente gratuita. Te da la oportunidad de ver la ciudad desde otro punto de vista. Luego ocurrió lo de siempre: las bolsas de seco no eran tan de seco como te creíamos y las toallas y el resto de la ropa estaban húmedas.

chapuzon en el Rhin

El percance no nos importó demasiado, había sido una experiencia diferente y divertida y en opinión de los niños fue lo mejor del día. De vuelta al hotel, mojados y excitados, nos detuvimos en la tienda Laederach de chocolate suizo y por 16 francos (a un cambio en paridad con el euro) cada uno tomó el pedazo del chocolate que más suculento le pareció. Luego descansamos un par de horas en el hotel antes de salir para la cena.
Habíamos buscado en Tripadvisor las mejores ofertas de restaurantes suizos para esa noche. Al final nos decidimos por el Restaurante Brauerei porque estaba cerca y prometía un precio moderado. Sin embargo el precio nos pareció desorbitado, nos hicieron esperar demasiado entre plato y plato (320 FS 6 personas) y la comida no era nada del otro mundo. Para abaratar el costo pagamos con tarjeta y así nos ahorramos la famosa paridad del euro con el franco suizo (por lo que aproximadamente nos costó 280 euros).
No nos vamos a amargar el día por un incidente como ese… estamos en Suiza y es un país caro. Después de la cena nos tomamos un helado en la calle y regresamos al hotel a preparar nuestras alforjas para salir temprano al día siguiente.


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“catedral
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