Teníamos previsto hacer los primeros 60 kilómetros desde Munnar a Allepey en bicicleta, pero vista la demora que habíamos tenido los días previos en los tramos en coche y que debíamos llegar a Allepey antes de las once de la mañana para embarcar en el crucero, decidimos sacrificar la etapa de bicicleta. La bajada sigue una ruta paralela al río Periyar y, aunque no es tan espectacular como la bajada de Ooty o la de Valparai, hubiera merecido la pena, por lo que hemos añadido el plano que teníamos previsto.
Llegamos, como teníamos previsto, a las once de la mañana. Dejamos las bicicletas atadas en un parking vigilado (una parcela de tierra con un guardián), nos despedimos de Sinuoso, pues ya no íbamos a requerir la asistencia de nuestro coche escoba, y embarcamos.
CRUCERO POR LOS BACKWATERS
Cuando nos pusimos en contacto con Raju para arreglar el asunto del coche escoba en el trayecto a través de las montañas (ver sección elegir el itinerario) y cuando hablamos de los backwaters dijo que ese iba a ser el Highlight de nuestro viaje.
Los Backwaters son un laberinto de canales, paralelos a la costa pero separados de ella, entre Cochín (al norte) y Allepey (al sur, también llamada Alappuzha). Mires por donde mires, si vas al sur de la India, las guías lo recomiendan como una visita imprescindible… no ya en el sur, sino en toda la India. Así que, si lo ponen en la misma lista que el Taj Mahal, tienes que pensártelo muy mucho para no ir si pasas por la zona.
Lo verdaderamente curioso de esta experiencia es que la forma de visitarlo sea en unos barquitos cochambrosos, que han sido adecuadamente habilitados para alojar a turistas. Los llaman House Boat (Kettuvallam) los hay de diferentes calidades y tamaños. Nosotros no tuvimos suerte al elegir el nuestro, pero al ver los demás desde lejos, da la impresión de que todos son de una calidad parecida. Llama la atención que algunos te especifican que tienen aire acondicionado. Eso te dará una idea de el calor o los mosquitos que hay fuera.
La experiencia, como todo en el viaje, resultó interesante, aunque no tan grata como esperábamos. Pese a estar tan bien puntuado nos pareció un verdadero pastiche. Resulta muy parecido al crucero que se hace por el Nilo o, en mayor medida, al de la bahía de Halon, en Vietnam, pero salvando las enormes distancias (El Nilo y Halon son dos lugares increíbles). Por lo general estos barcos son más pequeños que aquellos (de uno a diez camarotes) y aunque guardan ese aspecto tradicional y están supuestamente habilitados para todos los gustos, no tienen el grado de calidad que esperábamos. Disponen de una pequeña terraza donde te pasas el día observando el paisaje y donde te sirven las tres comidas, pero la calidad no es en verdad el problema. El hecho es que salen todos a la misma hora (de 11 a 12 del medio día), como una gran desbandada, y avanzan en fila india por los canales (muy apropiado). Hacen todos más o menos el mismo recorrido y se detienen en el mismo lugar para el almuerzo y para pasar la noche. Por la mañana te sirven el desayuno y atracan también todos a la misma hora (el checkout es a las nueve). Al final es como pasear en camello por Lanzarote. No tiene nada de auténtico.
El paisaje es bonito pero sin llegar a maravilloso. La orilla de estos canales tiene una vegetación tropical con palmeras y cocoteros y pequeñas casuchas donde vive la gente de cara a la orilla. Puedes ver cómo se bañan, lavan la ropa o limpian el pescado en el agua. Como en todas partes hay basura. Niños en uniforme que van al colegio. Alguna moto. La idea que nos hicimos del éxito que tiene entre los turistas es que ofrece la imagen de una India más reposada y tranquila, silenciosa, íntima y serena. Es algo que al turismo de masas se le niega en cualquier otra parte, donde todo es ruido y ajetreo, pero que nosotros, que hemos venido pedaleando por carreteras secundarias, hemos disfrutado en muchísimas ocasiones, con la diferencia de que aquí la población está tan acostumbrada al turista, que ha perdido la ingenuidad y el candor, que hemos visto en otros lugares.
