de
Veppathur

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a
Thanjavur


La sorpresa de aquella mañana fue que la carretera de tierra que daba acceso al hotel Hotel Mantra Veppathur nos había costado el primer pinchazo. Después de un buen desayuno cambiamos la goma trasera ante la atenta mirada de buena parte de los empleados, que se afanaban en ayudarnos. Nos despidieron frente a la entrada con una bendición hindú. Un señor completamente vestido de blanco (un santón o simplemente un empleado del hotel) encendió un palito de incienso dentro de un coco, lo hizo danzar en el aire alrededor nuestro, para acabar rompiéndolo al final, lanzándolo con fuerza contra el suelo. Los gansos que pululaban por el jardín se pelearon para comerse los trozos.

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Pasamos por Kumbakonam casi sin levantar la cabeza, con esa frescura de las primeras horas de la mañana, pero ansiosos por recuperar el tiempo perdido en cambiar la goma. Kumbakonam no es una ciudad muy grande, pero puede ser interesante visitarla, sobre todo aquellos interesados en la arquitectura hindú, ya que es conocida como la ciudad de los templos.
Se diría que todo el camino hasta Thanjavur está surcado por decenas de pequeños ríos que se desgranan del Río Kaveri y buscan en paralelo el mar. Existen igualmente dos carreteras principales que, en paralelo, unen las dos ciudades. La Ruta 22 y la 96. Habíamos decidido ir por una carretera secundaria entre ambas (Google Maps no te permite elegirla y verás que desde Retai Pilaiyar Kovil hasta Melauthamanallur Road desvía la ruta hacia la carretera 22, pero nosotros fuimos en paralelo por debajo, entre los ríos), pero había llovido esa noche y el camino nos entretuvo bastante. Fue el único día en que la carretera secundaria era de tierra. Avanzaba paralela al río y algunos tramos, con barro y grandes charcos, se habían vuelto impracticables, y teníamos que bajarnos para rodearlos campo a través. Ocurrió pocas veces y no deslució el encanto de aquella ruta. Cruzamos plantaciones de plataneras y terrenos con abundante cañizo. El camino se convertía a veces en un estrecho pasillo que serpenteaba entre la abundante vegetación de la zona, como si estuviéramos en el Camel Trophy. Apenas vimos actividad humana. Solo una familia muy pobre que salió de su sencilla choza al ver que nos deteníamos en la calle a tomar un poco de agua. Con gestos y una sonrisa nos invitaron a tomar un te en su humilde morada.

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Aunque nos retrasamos en el camino llegamos temprano, pues era una etapa corta. Nos costó encontrar el hotel. No estaba en el centro y la ciudad es compleja.

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THANJAVUR (Tanjore)


Aunque es uno de los mayores centros turísticos y de peregrinación de Tamil Nadu, la ciudad no es muy diferente a otras de la ruta chola. Ruidosa, sucia y desordenada. Al verla en el mapa, con su gran canal rodeando el centro, uno esperaría encontrarse una ciudad feudal, amurallada y con un casco antiguo pintoresco, pero nada más lejos de la realidad. Sus calles son idénticas a las de cualquier otra y quizás, su única particularidad sea, la presencia de un gran palacio y un gran templo.


Para visitar en Thanjavur:


El Brihadeeswarar Temple es realmente hermoso. Al ser más pequeño que otros, es fácilmente abarcable con la mirada, y puede apreciarse la perfecta simetría de su estructura y la armonía de sus formas. Parece una enorme tarta esculpida en la piedra. Está dedicado a Shiva y tiene, hasta para un novato, ciertas características que lo diferencian del resto. Todo el recinto está construido en piedra vista de granito, color café con leche, por lo que no resulta tan colorido pero conserva un aspecto imponente, señorial y antiguo. Su planta rectangular tiene un pequeño gopuram sobre la entrada, que se encuentra en uno de sus extremos, y otro más grande sobre el Sancta Santorum. Frente a la entrada hay una especie de porche con la escultura del Nandi , el toro de Shiva (Nandi no es solo el medio de transporte del dios, sino su compañero, por eso los templos que veneran a Shiva suelen mostrarle sentado, mirando hacia el lugar más sagrado). Es lo que ocurre en el Brihadeeswarar Temple, más allá del pequeño porche donde se encuentra el Nandi se halla el Sancta Santorum, un singular edificio al que se accede por una enorme escalera, coronado en su parte trasera por un esbelto gopuram. Todo el perímetro del recinto está porticado, y hay ciento de pequeñas capillas con el Lingam, el símbolo fálico que representa a Shiva.

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La visita nocturna está llena de serenidad y mágico misterio. Hay muy pocos visitantes y la fresca brisa trae una nube de incienso. En un pequeño jardín del lateral izquierdo, hay pequeños grupos de gente sentados sobre el césped con cientos de velas encendidas y pequeñas ofrendas sobre una hoja de loto. Por la escalera principal se accede al Sancta Sanctorum donde los peregrinos hacen cola para ser bendecidos con el Bhasma (una marca de ceniza sagrada en la frente que está especialmente asociada a Shiva). Los turistas son bienvenidos.
El Palacio Real se encuentra en el mismo centro de la ciudad, en esa zona que está rodeada por los canales. Se accede a él a través de un callejón peatonal que desemboca en Main Street. Está coronado por una torre de observación de planta cuadrada y con cientos de arcos. Hay una gran explanada en la parte trasera. El palacio fue erigido a lo largo de dos dinastías, la Maratha y la Nayak. Sus enormes pasillos y amplios salones, finamente decorados, forman un inmenso laberinto que muchas veces está descuidado y sucio.

Foto de la torre


Para alojarse y comer en Thanjavur:


El Hotel Svatma Thanjavur está un poco apartado del centro pero es un reducto de tranquilidad y buen gusto. Las habitaciones superiores se hallan en el edificio principal, sobre una sala de usos múltiples en la que hay dispuesto un pequeño museo y en la que, algunas tardes, se celebra un escueto concierto de música tradicional india (cuerda y percusión). Inmediatamente adyacente a este edificio se encuentra uno más moderno y más grande donde han ubicado el restaurante vegetariano y el resto de habitaciones. Tiene una pequeña piscina, muy agradable, frente a la entrada del restaurante, y una terraza chill-out en la azotea en la que se pueden beber bebidas alcohólicas (en el restaurante, al ser vegetariano, no las sirven).
Las calles que separan al Hotel Svatma del centro, están llenas de actividad y son bastante ruidosas, pero el barrio que se aleja de él es muy tranquilo y ofrece un agradable paseo (es fácil perderse pero los transeúntes te indicarán amablemente el camino).

El Sahana Hotel, en la céntrica calle Anna Salai, dispone de dos restaurantes que merecen la pena. Uno vegetariano en el piso bajo y otro no vegetariano en la primera planta, sobre el vestíbulo de la entrada. La decoración de éste último es muy básica, con sillas y mesas de plástico blanco, pero se come bien y el ambiente es muy tradicional "hindi".


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El ritual de romper el coco

El coco semeja la cabeza del ser humano y romperlo simboliza romper el ego. El jugo interior representa los hábitos o tendencias interiores (vãsanas), y se ofrece al señor junto a la masa blanca (la sustancia blanca de la mente).
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