Al salir del alojamiento buscamos un supermercado y esto nos desorientó un poco en nuestra calidad de Villamanrique. Luego estuvimos buscando una calle que no existía, o que existía pero no para nosotros y al final tuvimos que renunciar a salir por esa calle y buscar una alternativa… la alternativa natural entre Villamanrique y El Rocío. De todas maneras no fue mala cosa porque era un camino bonito, con un asfalto en buenas condiciones y poco tráfico.
Como la tarde antes ya habíamos visitado El Rocío en nuestra visita al Parque Nacional de Doñana, al llegar a esta localidad pasamos de largo. A partir de aquí la carretera llevaba bastante más tráfico pero los arcenes eran anchos y en buenas condiciones.
A ambos lados vallas con la advertencia de que nos encontrábamos en un paraje natural protegido y la señal de precaución por peligro de Linces cruzando la carretera. De nuevo, no tuvimos la suerte de ver ninguno.
En Matalascañas nos detuvimos a tomar un salmorejo y un refresco para luego emprender el resto del viaje por la carretera de la costa que traía también muy poco tráfico pero ningún pueblo ni servicio en 25 kilómetros. Llegamos al Parador a las 3 de la tarde con lo que todavía tuvimos tiempo de darnos un baño en la playa y en la piscina.
Al día siguiente salimos hacia el Puerto de Mazagón para embarcarnos en el Ferry Armas hacia Gran Canaria con el temor del Ciclón Ten que andaba por nuestra tierra dando la lata.
