de Lisboa
a Setubal


Desayunamos a las 7:00 para intentar tomar el transbordador que cruza el Río Tajo lo más pronto posible. Esto nos iba a demorar y la primera etapa… nunca se sabe. Así que nos dejamos caer desde el hotel, a todo lo largo de la Avenida Libertade, hasta la Plaza del Comercio y, desde allí, por el carril bici de la costa hasta la terminal del transbordador. Ya nos habían dicho el día previo que el transbordador, al ser pequeño, solo permitía 4 bicicletas en cada viaje. Así que nos dividimos en 2 grupos de 3 y aprovechamos la espera para hacer los necesarios ajustes que requerían nuestras bicis, que, desde que las hubiéramos montado con prisas en el aeropuerto no las habíamos cuidado.

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El viaje en transbordador a Cacilhasnos llevó 10 minutos y, desde allí, una vez hubo llegado el segundo grupo (1,8 euros por persona con bici), salimos hacia Fernao Ferro. Una carretera urbana con mucho tráfico que hizo que el paseo no fuera todo lo agradable que esperábamos, pero es lo propio cuando se sale de una gran ciudad.
Un poco más adelante, en una rotonda, nos desviamos de la carretera principal hacia la derecha, dirección a Laguna Pequeña, y la cosa cambió de golpe. Ahora la carretera transcurría entre un bosque de pinos enormes y alcornoquescon sus cortezas cortadas (entendemos que para la extracción y el aprovechamiento de su corcho en la fabricación de tapones de botella) aunque también había algo de tráfico por esta zona.

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Solo a partir de Aldeia do Meco el tráfico desapareció y pudimos circular con cierta tranquilidad, si bien es cierto también que ya habíamos dejado los bosques de pinos atrás.
En Santana nos detuvimos a tomar un refresco en la Padaria Pastelaria Rebeca y luego de nuevo a la carretera.

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Pasamos por un pueblo que se llamaba Maça y no nos aparecía en el mapa y anduvimos un poco perdidos por la Carretera 379,1 durante muchos kilómetros. Esperábamos ver la costa a nuestra derecha y, lo que veíamos, era una carretera que subía y bajaba rompiéndonos las piernas. Mucho calor. Hasta que por fin llegamos al cruce de Portinho de Arrábida. Una señal advertía que por esa carretera solo podían circular vehículos autorizados, servicios públicos y vehículos de 2 y 3 ruedas.

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Ahí estamos. Este tramo de carretera es muy bonita, con pequeñas calas de arena muy blanca y el silencio de la ausencia de coches.

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Así llegamos a Setubal y a nuestro Hotel RM Experiences. La ciudad nos recibió con ese ambiente colonial y desenfadado que nos recordaba mucho a nuestro viaje por Cuba.

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Después de alojarnos, hacer la colada y ducharnos, descansamos un poco y salimos a pasear y buscar un lugar para la cena. Nos decidimos por el Restaurante Novo 10. Un restaurante con un aspecto muy auténtico donde sirven unos platos muy abundantes. Pedimos las especialidades de la zona: El Choco Frito y la Cataplana de Tamboril(rape). Todo muy rico.


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