Tuvimos suerte los que dormimos en Casa Ricardo… pasaron mala noche los otros. Desayunamos todos en Casa Ricardo las mejores tortillas que nos habían puesto hasta entonces.
Tocaba una etapa corta hasta Varadero. No era una parada que hubiera prevista desde el principio. Cuando planificamos el viaje no nos atraía quedarnos en un lugar como Varadero, tan turístico y parecido a lo que tenemos en casa, pero habíamos adelantado unos días por el camino y, después de la mala noche, apetecía descansar en un hotel de los buenos. A la entrada de Varadero paramos en una agencia de Havanatour donde nos mostraron las diferentes opciones, y contratamos noche en Hotel Meliá Península Varadero. En eso consistió el día. Recorrer la península de Varadero admirados por la fauna que encontramos en el camino, tan distinta a la que llevábamos vista a lo largo de nuestro viaje. Turistas que paseaban en pantalón corto y falda, con sus sombreros de paja, ajenos al transcurrir de la vida fuera. Nos pareció legítimo.
Encontramos con facilidad el hotel aunque los últimos kilómetros de la carretera central de Varadero se convierten en una verdadera autopista por la que no tuvimos más remedio que circular y, cuando empezábajos a pensar que nos habíamos equivocado de camino, vimos el hotel en sentido contrario. Después del check-in, lavamos nuestros ropajes y nos fuimos directamente a la playa, donde pasamos el día. Tras la cena compramos entradas para un espectáculo de Buenavista Club Social en el club del hotel Meliá. Evidentemente no es la orquesta original, pero funcionaba y sonaba a la perfección, y no como las pequeñas orquestas que habíamos oído por el camino. Luego nos fuimos directamente a la cama. En eso consiste la buena vida.
