de
Matanzas

AMG

a
Guanabo


Desayunamos junto a un nutrido grupo de cicloturistas que iban asistidos por una guagua. Se subieron a su transporte y se fueron sin que estableciéramos ningún tipo de comunicación con ellos.
Los primeros 30 kms del día fueron una sucesión de sabrosos toboganes rompepiernas, amenizados por un poco de lluvia. Luego hicimos una parada en el Puente de Bacunayagua. Nos detuvimos en medio del puente y estuvimos haciéndonos fotos.


LFGP


Luego nos pusimos en marcha… pero nos duró muy poco. Había un mirador en uno de los extremos del puente y decidimos hacer una nueva parada. El viaje estaba acabando y merecía la pena tomarse un poco de tiempo. Nos relajamos tomándonos una piña colada en el bar que había para que los turistas disfrutaran del paisaje. Se podía apreciar el valle de Yumurí en toda su extensión, poblado de extensos palmerales. Poco después alcanzamos la costa. La carretera avanzaba junto a campos petrolíferos que aparentemente estaban activos aunque teníamos la duda de que estuvieran extrayendo nada.


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Decepcionante nuestra llegada a Guanabo, también conocido como Playas del Este. Habíamos oído que era la playa a donde los cubanos venían de vacaciones, y así debe ser, pues nada tenía que ver con los cayos o con Varadero. Una verdadera pena. Quizás contribuyó a esa imagen desoladora el hecho de que había llovido. El cielo estaba nublado y corría un viento desapacible. Todas las calles llenas de grandes charcos y socavones. La playa vacía, descuidada y sucia. Dimos un breve paseo buscando alojamiento y encontramos muchas ofertas. Visitamos tres casas y nos decidimos por la de Teresa, en forma de apartamentos individuales. Nos sentamos a tomar resuello en la pequeña terraza que había frente a la casa. Al otro lado de la calle los vecinos tenían la música a todo volumen y celebraban una especie de fiesta de amigos.
Intentamos dar un paseo pero no había nada que ver. Recorrimos la calle principal de extremo a extremo, llena de restaurantes pero lejos de ahí, todo muy descuidado. Cenamos en una pizzería y volvimos a intentar un escueto paseo. Volvimos a casa y nos sentamos en la mecedora del porche a charlar un rato. La Habana estaba cerca y era el momento de reflexionar sobre lo vivido hasta ahora. Fue un debate agradable. Cuando los vecinos apagaron la música y arrancaron el camión llenando la casa de humo, nos fuimos a la cama.


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Foto playa de Guanabo
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