Una etapa corta pero necesaria para que nos cuadraran las etapas. La carretera era superllana y algo peligrosa por ser más estrecha. En dos horas y media ya habíamos llegado a Guáimaro. La foto de rigor en el letrero de la entrada a la ciudad.
Mary (nuestra casera en Las Tunas) nos había recomendado la Casa de Norma (NORMA BASULTO HERNANDEZ. Calle Braulio Peña 61, e/Flores y Ana Betancourt Tel. (32) 81-1683 cell 53 36 95 58. 25 CUC cada habitación, desayuno aparte). No se conocían pero, por el motivo que fuera, se mandaban clientes. Alberto, la pareja actual de Norma, nos esperó con su bicicleta a la entrada del pueblo. La casa disponía de 3 habitaciones, un patio trasero con un senador y una pocilga con 2 puercos, una de ellas preñada. Alberto era un hombre hablador y chistoso. Después de la preceptiva ducha nos sentamos con él bajo el senador del patio y nos cuenta que al pueblo vienen muchos extranjeros a buscar "novias" al "rápido" (una especie de cafetería que hay en la mayoría de las ciudades). Contaba con mucha gracia las miserias de la vida en Cuba. La velocidad con que hablaba y su acento cerrado hacía que no se nos escaparan algunas palabras, pero nos contagiaba la risa. Fue especialmente graciosa la escena en la que describió la sala de espera del médico. El esfuerzo que uno tenía que hacer para ir a consulta estando enfermo y cómo, aunque te estuvieras muriendo, entraba primero aquel que llevaba el cochinillo debajo del brazo. Pasamos un momento muy divertido escuchando sus historias. Probablemente fue lo mejor del día. Guáimaro es un pueblo pequeño sin nada relevante que ver, unas cuantas manzanas de casas destartaladas a ambos lados de la Autopista Nacional, pero tiene un cierto valor en la historia reciente de Cuba pues en él se firmo la Constitución de la República en 1869.
Probablemente lo más reseñable de nuestra estancia en Guáimaro fue la conversación con Alberto y Norma y la posterior cena en el Restaurante el Magno. Se trata de un local al pie de carretera (carretera central nº 58, Tfno. 812041) con una cocina algo más elaborada de lo esperable en un pueblo con tan pocas virtudes. Boniatos fritos, yuca con mojo, espaguetis con camarones, rollo de pescado, mojitos, cereveza, postres, todo por la fantástica cifra de 38 CUC ( 32 €) para las 5 personas.
Luego dimos un pequeño rodeo camino a casa, el pueblo estaba completamente a oscuras cuando llegamos a nuestro alojamiento. La noche era negra como boca de lobo pero aún era muy temprano, así que hicimos un poco de tiempo jugando a las películas en el patio. Nos fuimos a la cama poco despuées de las 8.
