de Palma
Soriano

LFGP

a
Bayamo


Desayunando a las 6 am, huevos, jamón, zumo, frutas, café, leche, pan bombon, mantequilla y mermelada.
La salida de Palma Soriano fue un paseo precioso. Decenas de carretas tiradas por caballos transportando a la gente como en la hora punta de una ciudad cualquiera. Se paraba la carreta y bajaban los niños en la puerta de la escuela, o los trabajadores… mucha gente. Un tráfico silencioso. Sin humo, como un deslizarse la vida. Un verdadero viaje al pasado que nos tenía hipnotizados. Los rayos anaranjados del sol proyectaban nuestra sombra hacia adelante mientras pedaleábamos por sus calles. Los niños en uniforme, en formación bajo la bandera que había en el patio del colegio. Todo nos conectaba al pasado, a un modo distinto de transcurrir la vida y resultaba muy agradable. Conversamos con algunos cubanos que nos adelantaban en sus destartaladas bicicletas. Un poco más allá algunas lomas muy llevaderas y grupos de niños camino al colegio al borde de la carretera. Llama la atención cómo, en lugar de mochila, llevan unos cubos para transportar los libros.


A media mañana paramos en Contramaestre a tomar un Guarapo. Nos supo a gloria. Más tarde almorzamos a modo de picnic a la sombra de un monumento comunista que encontramos en el camino y el calor empezó a apretar cuando retomamos la marcha de modo que sudamos muchísimo. Bebimos hasta 2 litros cada uno. Los camiones levantaban verdaderas nubes de hollín a su paso.
Llegamos a Bayamo sobre las 17:00. Una ciudad preciosa, sobre todo el centro. La mayoría de las casas pintadas y muy bien cuidadas.

AMG

Nos alojamos en el Hostal Bayamo, mucho más acogedor que la casa de Palma Soriano. Las bicis guardadas en el garaje bajo llave (ya hay ladrones en Cuba), habitación pequeña con un ruidoso aparato de aire acondicionado y baño individual. Dos habitaciones en la vivienda de la planta baja (donde viven los padres, ya jubilados) y una habitación en la casa del hijo, en la planta alta.
Después de la ducha salimos a dar un paseo por el bulevar peatonal. Al final del mismo hay una preciosa iglesia. Nos tomamos un mojito mientras esperamos la cena.


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