A las 7.30 ya habíamos desayunado y estábamos en ruta. Una carretera recta… recta… tan recta que parecía no terminar nunca. 80 km que se nos hicieron eternos. Las mismas largas llanuras y ocasionales plantaciones de caña que el día previo. A media mañana paramos a tomar un guarapo en un chiringuito que había junto a la carretera y a comprar algo de fruta para el almuerzo.
Retomamos la carretera con el ánimo que te confiere ese chutazo de azúcar, que te parece que te vas a comer el mundo… pero a las pocas horas la carretera te va poniendo en tu sitio. El calor era aplastante y pasado el medio día ya estábamos buscando una sombra donde extender el mantel y recostarnos un poco. La encontramos junto a la carretera, como no, en una larga recta. Allí desplegamos nuestros enseres como si todo el campo fuera nuestro y, cuando ya teníamos la barriga llena tuvimos una extraña visita. Tocaba levantarse de nuevo para dejar pasar un carromato tirado por una bestia. El pobre arriero estaba más sorprendido que nosotros, como si no hubiera campo para todos y habíamos ido a sentarnos en medio del camino. Y es que el camino estaba tan poco transitado que la hierba lo había cubierto por completo y no se veía. Debíamos ofrecer todo un espectáculo para los cubanos que en aquella tesitura nos vieran. Le dimos paso y nos entretuvimos observando como aquel carro cargado de leña se alejaba por el camino hacia ninguna parte.
La casa en la que habíamos previsto alojarnos no nos gusto demasiado y elegimos otra. En dos días ya habíamos aprendido a descartar aquello que no nos gustaba y buscar más, elegir lo que más te interesa. Primer aprendizaje: las que están pintadas y en buen estado por fuera, suelen estarlo también por dentro.
Puesto que no había casas con las tres habitaciones que necesitábamos tuvimos que quedarnos en casas separadas (nos ocurrió varias veces a lo largo del viaje).
Casa Sra. Mary Calle Emilio Gonzalez Nº 4 alto, reparto Velazquez. Las Tunas. TF 031-37 31 53 Móvil 58- 34 69 18
Villa Candado. Sr Ricardo Ceballos Kaiurz
Calle Francisco Varona Nº 266 e/ nicolas Heredia y Lora, CP 75100 las Tunas juliocm@nauta.cu, 5353411343 móvil, ( 53) ( 31) 342260
En Las Tunas se confirma un patrón bastante común en los pueblos que hemos ido visitando. La calle principal suele estar en muy buen estado, y el resto bastante descuidado, grandes baches que no han sido reparados en los últimos 30 años y ese ambiente pueblerino que tanto nos agrada. Las puertas de las casas abiertas a través de las cuales, como privilegiados vogeurs, podemos ver como transcurre la vidas de los cubanos. Las Tunas además posee una larga calle peatonal, muy bien cuidada y con bastante ambiente.
Cenamos en el Paladar de Lola. Reservamos antes pues era pequeños y con pocas mesas. Dimos un paseo y volvimos. No nos pareció nada extraordinario. Un paladar para matar el hambre.
Luego hicimos una larga cola frente al Coppelia de turno. Era imposible resistirse al embrujo de semejante cola a esas horas de la noche ¿Realmente merecía le pena?. Descubrimos que su poder de atracción residía no tanto en la calidad como en el precio. Por muy poco dinero te puedes tomar una buena copa de helado. Nos tomamos dos y regresamos a nuestras casas. Era sábado y preparaban cochinillos a la brasa en la calle, unos puestos en torno a los cuales se comía y bailaba. Nosotros nos fuimos a la cama.
